mapa amung

18.5.08

La Princesa Azilhú (16)

Todas se encaminaron a casa de Lucas, decididas a hablar con Beltrán.
- Él lo aclarará todo.
- Sí, él nos dirá qué ha pasado.
- Y por qué no ha hecho nada por evitarlo...

Al llegar preguntaron por Beltrán, pero un sirviente les dijo que hacía rato que había salido a caballo con su equipaje y muy apresurado, pero que sus padres aún estaban allí.
Ninguna se atrevió a hablar con sus padres, no les conocían, no sabían si tenían idea de quién era Azilhú, ni de la cita que tenían aquel día. Decidieron marcharse, cuando Lucas llegara seguro que hablaría con Beltrán y éste le contaría todo. De todas formas no podían hacer nada por Azilhú más que pensar en ella y desearle la mejor suerte.

Beltrán cabalgaba en su caball0 a toda velocidad, estaba muy contrariado, no dejaba de pensar en lo mal que se sentía: pero qué vergüenza, cómo he podido ser tan iluso, cuánto me arrepiento de haberle escrito esa carta, cómo se habrá reído de mi, mi pobre abuela, que incluso me preparó un regalo para ella, qué estúpido he sido, qué mal me siento. No podía quedarme allí, sólo me hubiese hecho más daño al saber que estaba tan cerca y tan lejos...

Azilhú se decidió a bajar por aquellas "escaleras" que veía al fondo de la cueva. Se dirigió lentamente pero el dragón estaba muy pendiente de ella, de cada movimiento. Bajo con mucho miedo, sin saber lo que se iba a encontrar... según iba bajando, parecía que había más luz y se vislumbraba mejor el camino. Se agachó para ver lo que había... se encontró una vista preciosa, nunca había visto aquellos colores tan bonitos, ¡qué luminosidad! incluso le parecía un lugar bonito, agradable. Había un lago en el que incidía un rayo de luz que entraba por un pequeño hueco pero que iluminaba todo el interior de la sala. El agua se veía tan azul que parecía irreal, coloreada. A un lado del lago, en un rellano, había una especie de cama hecha con paja y trozos de telas de varias clases. Le sorprendió mucho la luz que entraba por tan pequeño hueco, lo iluminaba todo, lo llenaba todo de vida. Supo que ahí era donde habían dormido las jovencitas que habían estado prisioneras del dragón, ahí sería donde dormiría ella también. Echó un vistazo a toda la estancia, vio una pared donde otras chicas se habían entretenido dejando las huellas de sus manos usando colores rojos y negros. Miraba las huellas sin saber si sentía miedo, tristeza, alegría o desesperanza. Lo que sí era cierto era que había muchas, muchísimas huellas, quizás una forma de divertirse y de pasar el rato porque allí el tiempo debía pasar muy lentamente, sin amigos, sin poder leer, sin hablar con ninguna persona humana, estaba el dragón, que hablaba, pero no era humano...

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