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25.12.07

La princesa Azilhú (4)

Por fin llegó la hora. Todo estaba listo. Se había sentado junto a su padre, el Rey Leoncio, y su madre, la Reina Esmeralda. Allí sentados, sus amigos y amigas iban llegando, les iban saludando y agradeciéndoles la invitación, para luego pasar al salón donde se celebraría la fiesta.
La primera en llegar fue su prima Teriana que, aunque era más pequeña, había ido acompañada por sus padres. Estaba casi tan nerviosa como Azilhú, aunque sabía que se tendría que marchar pronto porque las niñas pequeñas deben ir a la cama temprano.
Luego llegaron Sol y Elvira, las dos hermanas, como siempre riendo y jugueteando entre ellas. A continuación Leonor con su tez morena y un vestido tan azul como sus ojos. Los chicos también llegaban: primero Ramón con su amigo Pedro (alto, moreno, y... guapo), luego Ramiro, después Diego.
Un poco más tarde Jimena acompañada de una amiga, Cisila, dando saltitos de emoción y susurrando: "Le he visto, le he visto, él ha venido, Pedro ha venido,..."
Cristina con su primo Felix, era mayor que ella pero siempre iban juntos. Alfonso, Eldo, Filoria, Juliana, Belita, Eufemia, María, Taresa, Constanzia, Isidro, Celestino...
Ya casi había perdido la cuenta..., al menos habían llegado cuarenta o cincuenta chicos y chicas cuando miró hacia el siguiente invitado y vio entrar una cara conocida, Lucas, acompañado por el chico más guapo, con los ojos más negros, la sonrisa más radiante, los labios más rosados, la tez más fina y la mirada más risueña que jamás hubiera visto. Azilhú abrió tanto sus ojos que las pestañas le tocaban los párpados; no podía creer que existiera un chico tan guapo, no podía creer que estuviera delante de ella, no podía creer que le estuviera sonriendo, no podía creer que hubiera venido a su fiesta de cumpleaños, no podía creer que todo fuera cierto y a la misma vez. Esto sí que era "lo más fuerte".
Lucas y su acompañante pasaron al salón, Azilhú siguió con la mirada al guapo amigo de Lucas, ¡me cachis!, no sabía cómo se llamaba. Claro, ahí estaría el problema, seguro que tenía un nombre de esos que hacen reir a todos y del que su dueño se avergüenza. Los más espantosos que había escuchado eran: Fagundo, Durante, Correnbalde, Fotrinas... ¡Oh, Dios!, no podía ser, nunca podría llamarle Correnbalde sin reirse...
Mientras estas ideas pasaban por su mente, sus amigos y amigas seguían llegando, pero ya nadie era importante, ni siquiera se había fijado en los vestidos de sus amigas. Sólo estaba deseando poder entrar al salón y volver a ver esa estampa, ese cromo, ese prodigio de la naturaleza. ¡Por favor, por favor, que terminen de llegar ya! ¡Que no haya más invitados, por favor...!
Al fin, después de casi una hora... ya no había más invitados. Habían llegado todos.
Azilhú se despidió de sus padres y se fue corriendo a donde estaban sus amigas. La primera con la que pudo hablar fue Jimena:
- Azilhú, ¿le has visto? -preguntó Jimena-.
- Sí -contestó Azilhú un poco extrañada-.
- Dime, ¿dónde está?
- No sé, acabo de entrar. (¡Jo, si aún no he hablado con nadie! ¿Tanto se me nota?)
- ¡Que guapo está, es que mi Pedro es..., es..., es guapísimo!
Azilhú suspiró aliviada, pensó que Jimena ya se había dado cuenta...
En ese momento, al darse la vuelta, se encontró de frente con Lucas, acompañado por... ¡ese chico! (Que no se llame Correnbalde, que no se llame Correnbalde, pensó cruzando los dedos).
- Hola, Azilhú, bonita fiesta. ¿Te puedo presentar a mi amigo?
Ella sintió que le temblaban las piernas, que el corazón le latía con fuerza, que sus mejillas pasaban del rosa al rojo más rojo, no sabía si le temblaban los labios, y contestó:
- Sí, claro. (Te lo ruego, preséntamelo yaaaaaaaa!!!!!.)
- Es Beltrán.
(¡Madre mía, qué alivio, qué nombre tan bonito!)
- No sabes cómo monta a caballo, ha ganado varios concursos con lanza y es el más rápido de los que conozco. Llegó esta mañana y pensé que sería una buena idea el traerle a tu fiesta. Espero que no te importe. Estará en mi casa unos días.
- Encantado, princesa Azilhú -dijo Beltrán-.
(¿Encantado? Encantada estoy yo, pero no te puedes hacer una idea de lo encantada que estoy. ¿Sólo unos días? ¿No podrían ser meses o años? Qué voz: suave, sedosa, fuerte y contundente a la vez. Sonó como el arpa en mis oídos.)
- Igualmente, Beltrán.

22.12.07

La Princesa Azilhú (3)

Llevaba horas preparándose para estar bellísima.
Azilhú se había bañado por la mañana en leche de cabra, que le dejaba la piel muy, muy suave. Había alisado sus largos cabellos con peine de marfil y mucha, mucha paciencia. Había blanqueado su cara con harina de arroz, había sonrosado sus mejillas con colorete, había embellecido sus ojos con afeites y puso un toque de carmín en sus labios.
Su pelo estaba adornado con una preciosa diadema de rosas minúsculas que habían recogido los jardineros de palacio expresamente para ella y que, con mucho amor, había preparado su aya.
Su vestido era precioso, habían estado confeccionándolo las cinco costureras de palacio. Su color rosado con el mismo tono que las mejillas le favorecía muchísimo.
Estaba deseando que llegara el momento en que sus amigos y amigas se acercaran al castillo para dar comienzo la fiesta.
Estaba radiante. Estaba entusiasmada. Estaba nerviosa. Estaba preciosa.