mapa amung

10.2.08

La princesa Azilhú (7)

Realmente, aquel era un día precioso: el cielo estaba limpio, no se veía ni una nube, no había viento, no hacía frío, el sol brillaba y hacía que todo lo que sus rayos tocaban brillara al mismo tiempo. Los pajarillos cantaban. Las ardillas jugueteaban arriba y abajo en los árboles. Las florecillas de colores inundaban el campo y todo parecía tan perfecto que Azilhú deseaba que no pasase el tiempo.

Beltrán cabalgaba a su derecha y Lucas a su izquierda. Iban charlando sobre lo bien que lo pasaron en la fiesta, sobre los amigos que asistieron y sobre las anécdotas que ocurrieron. Beltrán era un buen conversador, no paraba de hablar, de reir, (¡cuánto le gustaba a Azilhú reir!) y de hacer reir a Azilhú, (¡cuánto le gustaba a Azilhú que Beltrán la hiciera reir!).

El camino hasta el riachuelo se le hizo muy corto, tan corto que cuando se dio cuenta de que ya habían llegado a la mitad del camino, le pidió a Lucas que le ayudara a bajar para pasear un rato a pie.

- Lucas, ¿me puedes ayudar a bajar del caballo? Tengo ganas de pasear.
- Pues, claro Azilhú. Allá voy -dijo Lucas-.
Pero Beltrán estaba más cerca de ella y se adelantó a Lucas, bajó de su caballo y rápidamente alzó sus brazos para que Azilhú se apoyara en ellos y bajara del caballo.
Azilhú se quedó atónita, con la boca entreabierta, no podía reaccionar. Su amadísimo Beltrán estaba ahí esperándola a ella, con los brazos abiertos, con una sonrisa inmensa y pidiéndole que le "abrazara". A estas alturas, si de repente anocheciese, Azilhú ya se daría por satisfecha. Ya habría estado más cerca de Beltrán de lo que nunca hubiese imaginado para este primer día.

Se giró para acercarse a los brazos de Beltrán. La agarró con fuerza. Notó sus manos en su cintura. Apoyó las manos en los hombros de Beltrán. Se deslizó. Sus caras se aproximaron. Sus ojos se miraron... tan cerca que se le detuvo el corazón por un segundo. Los pies tocaron el suelo suavemente. Las manos soltaron su cintura. Tomó aliento. Se recompuso.

- ¡Chicos! Mi caballo quiere galopar un poco... ahora vuelvo ¿vale?

Azilhú no se lo podía creer. Se había quedado a solas con Beltrán. Ella no lo sabía, pero Beltrán se lo había pedido a Lucas: "Cuando puedas, ¿nos dejarás un ratito a solas? Esa princesita me tiene enamorado. No sé qué le diré pero tengo que verla de nuevo cuando vuelva dentro de un mes."

Paseaban lentamente junto al riachuelo. Ninguno hablaba. Azilhú notaba que Beltrán la miraba y volvía a mirar al suelo. Por fin, Beltrán se decidió:
- Azilhú me ha encantado el paseo de hoy. ¿Podríamos repetirlo otro día?
- Sí, claro. Cuando quieras...
- Mañana vuelvo a casa.
- ¿Tan pronto? ¿Cómo puede ser? - dijo con los ojos muy abiertos-.
- He de volver, mi familia me espera. Regresaré en un mes. Me gusta pasear contigo y me gustas tú. Si lo deseas, podemos pasear cuando vuelva.
- Sí, sí, por supuesto. (¿Ha dicho "me gustas"?)
- Si, cuando vuelva, no quieres, lo entenderé y no volveré a molestarte.
- Sí, sí querré. No tengas ninguna duda.
- Bien, nos veremos dentro de 4 domingos en este mismo riachuelo, ¿de acuerdo?
- De acuerdo.
Siguieron paseando sin hablar más.

Lucas llegó apresuradamente con su caballo.
- Tenemos que irnos, se hace tarde.
Beltrán ayudó a Azilhú a montar. Esta vez, Azilhú estaba triste, no volvería a verle hasta dentro de 4 semanas, pero al mismo tiempo estaba feliz: él le había dicho que le gustaba. ¿Cabe más felicidad en un solo día?

1 comentarios:

Fátima García dijo...

El otro día no se me cargaba bien el mapa ese tan monísimo q has puesto, y hoy sí.
Anda q no hay gente visitando el blog!!

Saludo a mi sister pequeña si está leyendo el blog. Mi hermana mayor toy segura q lo lee :-)

Adioless